Por qué LA REALITA?….Durante más de diez años, tuvimos en el Delta del Paraná, en la zona de Tigre, una casa llamada LA REAL. En esa vieja construcción de mediados del siglo XX, funcionaba la Fábrica de Sidra REAL. Allí recibíamos huéspedes, hacíamos caminatas y otras varias actividades turísticas cuyo objetivo era hacer conocer la vida y el fascinante paisaje del Delta. Por eso LA REALITA, una forma de llevar LA REAL por otros caminos, otros paisajes, otras gentes. Daniela y Mario.

lunes, 9 de febrero de 2015

BOSQUE PETRIFICADO, SANTA CRUZ.


Después de transitar nuevamente por la Ruta Nacional 3 rumbo al sur,
tomamos la provincial 49 hacia el oeste.
Hicimos noche al costado del camino, sólo acompañados por las estepas patagónicas, y la numerosa fauna que en ellas habitan.


Temprano a la mañana, hicimos los 55 kms. restantes de buen ripio, para arribar al Monumento Natural Bosques Petrificados.


Aunque el desvío de la ruta troncal 3 es importante, vale la pena visitar este magnífico yacimiento fósil, el más importante del país.



Esta reserva fue creada en 1954, para preservar 
intacto el fenómeno de la petrificación.
La definición de Monumento Natural, impide todo tipo de 
intervención humana del lugar.
Aún hoy, existen enterrados una indefinida cantidad 
y tamaño de árboles en esta condición.
Sólo quedan a la vista, por efecto de la erosión 
de los fuertes vientos y la escasa lluvia.


Es un sitio árido y muy ventoso, desprotegido por la falta de árboles.


El Parque Nacional, abarca 78.500 hectáreas.
 De ellas, 15.000 corresponden al 
Monumento Nacional Bosques Petrificados, 
ubicado en jurisdicción de Jaramillo, Prov. de Santa Cruz.


Qué es el Bosque Petrificado?


Hace 150 millones de años, esta zona se encontraba cubierta 
por bosques de árboles gigantescos,
 antecesores del actual pehuen o araucaria.
En toda la Patagonia, se daba un 
clima subtropical estable de gran humedad. 
Los vientos del Océano Pacífico proporcionaban abundantes lluvias
 debido a que la Cordillera de Los Andes, no existía aún.


Por aquel entonces, inicio del Cretásico, una intensa actividad volcánica cercana, y el afloramiento de la Cordillera de Los Andes, provocaron una densa lluvia de cenizas, causando la muerte súbita de la vida natural.


Comenzó entonces un largo proceso de mineralización.


La muerte de los árboles bajo las cenizas fue rápida.
Una gruesa capa de cenizas y lavas sepultó el bosque, evitando su descomposición al impedir el paso del aires, vital para la putrefacción.


A lo largo de milenios, el agua de lluvia atravesó la capa de cenizas, 
disolviendo las sales minerales contenidas en ellas 
y penetró en la madera.
Las sales de silicio, dentro de los troncos penetra el tejido vegetal de los troncos, ramas y frutos, sustituyéndolos en un cambio estructural.


La materia orgánica vegetal, es entonces reemplazada por la materia inorgánica mineral, proceso físico químico de 
mineralización con sílice o silicificación.
Esta transformación copió fielmente la estructura de los árboles, 
dándole la consistencia petrea que presenta actualmente.



Se han hallado piñas petrificadas de Araucarias, 
sin haber abierto sus escamas ovulíferas, que se abren en 72 horas. 
Esto explica la violencia y rapidez de 
la muerte de las células vegetales.


Los árboles de este Monuemento Nacional, son  los más grandes del planeta, llegando a alcanzar algunos ejemplares los 35 metros de alto.


Estos ejemplares tenían al momento de su muerte 
bajo las cenizas, más de mil años.



Los árboles yacen en el lugar donde transcurrió toda su vida.


A diferencia de otros afloramientos similares, estos ejemplares no fueron arrastrados por glaciares o grandes movimientos de agua.


Sus raices están allí, como lo demuestran
 algunos árboles que están de pié.
Por esta razón el área se denomina bosque.


Otra curiosidad geológica del lugar, es que hace 
unos 40 millones de años, el mar cubrió esta zona.
Ostras fósiles y restos de vida marina fueron hallados en
 las capas superiores que cubren el bosque.


Desde el mirador, es posible divisar el 
espectacular entorno del Parque Nacional.


El viento es una presencia permanente.


Al fondo el Volcán Madre e Hija.



Los dos senderos, de diferente longitud y baja dificultad, están bordeados por Calafates y Mata Negra, entre otra especies.


Al dejar el Parque Nacional, saludamos a los
 amables y didácticos guardaparques.


Volvemos a la colorida y poco transitada ruta provincial.


El paisaje nos sigue regalando formas y colores a cada momento.




Al dejar la ruta, ya lejos del Parque Nacional,  
encontramos este desagradable cartel.


Hemos vivido una experiencia única e imperdible.
LA REALITA y las ganas de disfrutarla lo hicieron posible.


Puerto San Julián es nuestro próximo destino.



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