Luego de las intensas experiencias en el Centro De Interpretación, Punta Norte y Caleta Valdes, arribamos a Puerto Pirámide, a tiempo para disfrutar una puesta de sol espectacular, que nos hizo olvidar por momentos el cansancio y la intensidad de un viaje con cientos de kilómetros de ripio.
Estacionamos LA REALITA en una
de las pocas calles que tiene la aldea.
La noche estuvo llena de sobresaltos.
Además del ruido de los autos "pisteritos",
padecimos las ruidosas charlas "etílicas" durante varias horas.
Conclusión, no fue una buena noche de descanso.
De cualquier manera, temprano empezamos nuestra recorrida
por esta pequeña bahía dentro del Golfo Nuevo.
Resguardada de enormes acantilados, algunos rememoran las pirámides egipcias, de ahí su nombre, Puerto Pirámide.
A principios de siglo XX, tuvo su auge económico y poblacional,
impulsado por la extracción de la sal de las
Salinas Grandes, Chica y El Salitral, ubicadas muy cerca de la aldea.
Para trasladar lo extraído, se construyó un tren de trocha angosta,
que llegaba hasta Puerto Pirámide.
También existía la caza de lobos marinos.
Hasta el año 1958, cuando es prohibida su matanza, se usaban para
extraerles la grasa (uitilizada en el alumbrado público)
el cuero y la carne.
En el Centro de Interpretación, hay fotos de esas brutales
matanzas hechas con grandes martillos.
Los Tehuelches, usaban la carne, el cuero y los tendones de estos animales para su supervivencia, también cazaban guanacos.
En la actualidad ambos animales están protegidos por leyes a tal fin.
Hoy, es el punto de servicios turísticos más importante
de la Península de Valdes.
Existen varios hoteles, hosterías y hostels, aunque
ningunos de ellos superan las 20 habitaciones.
En el centro comercial, se ofertan además de servicios gastronómicos en base a pescados y mariscos, la exclusiva posibilidad de embarcarse para hacer los avistajes de las Ballenas Franca o Austral.
Este Monumento Natural (Ley Nacional), arriba a las aguas del golfo
entre fines de Abril y Mayo.
La mayor cantidad es posible verlas en algunos puntos
desde la costa misma, entre Septiembre y Octubre.
Los machos llegan todos los años, pero las hembras
lo hacen sólo cada tres años, cuando acompañan
y guían a los pequeños ballenatos.
Los ejemplares adultos miden hasta 16 metros,
y pesan hasta 130 toneladas.
Frecuentan los Océanos Indico, Pacífico y Atlántico,
pero no se conoce su migración hacia la Antártida.
Los característicos y personales callos en las cabezas,
permiten identificarlas y seguirlas en sus migraciones.
Al producirse las bajamares, es posible ver y bañarse en estas
pequeñas piletas naturales de transparentes y cálidas aguas.
En las paredes de los acantilados, a simple vista y aún en las partes más altas, es posible encontrar fósiles de todo tipo y tamaño. Hace millones de años, la Península de Valdes (entre otras zonas), estaba cubierta por el mar, su clima era subtropical, ya que al no existir la Cordillera de Los Andes, llovía abundantemente, había una tupida y variada vegetación.
Existen yacimientos arqueológicos que explican y fundamentan estas afirmaciones. Cuando se formó la cordillera, y se produjo la glaciarización, las aguas bajan, el terreno sube y adquiere la fisonomía actual. Charles Darwin, y fundamentalmente Florentino Ameghino, recorrieron la zona, se internaron por el Río Chubut, y recolectaron enorme cantidad de fósiles y evidencias para sus estudios paleontológicos y biológicos de la Patagonia.
Es una sensación muy profunda encontrar caminando por la playa, fósiles de millones de años como éstos, semienterrados o ya desprendidos de la arena.
Te incita a seguir buscándolos e investigar sobre
los mismos y su contexto geológico.
Restos fósiles en las alturas de los acantilados.
Los acantilados en Puerto Pirámide.
Dejamos Puerto Pirámide, en busca de nuestro
último destino en la Península de Valdés.
Con un día muy soleado, arribamos a la Playa Villarino.